¿Vale la pena ocuparse de las comunidades campesinas en un época de globalización de la economía y de la cultura? ¿Qué papel juega este sector del campesinado peruano en una época en que las grandes empresas industriales que producen los principales bienes de uso y de consumo se han transnacionalizado y donde las utilidades de las inversiones de capital van a parar a la banca Suiza, de las Bahamas o de Nueva York? ¿Es todavía pertinente considerar a las comunidades campesinas como interlocutores sociales de importancia dentro de la estructura moderna de la sociedad peruana? ¿Tiene futuro estas organizaciones campesinas en e l presente milenio, caracterizado por los gigantescos cambios científicos y tecnológicos que viven el mundo actual? Estas son alguna de las muchas preguntas que se plantean sorel tema de las comunidades campesinas en el Perú. Las respuestas pueden ser diversas. Dependen de la perspectiva desde donde se les mire y del enfoque que se les dé, Para unos, ocuparse de este tema resulta ya innecesario, corresponde al pasado histórico del País. Incluso, hay quienes piensan que ya no existen propiamente comunidades campesinas; que éstas son una facción sostenido por los rezagos del indigenismo y por soñadores que piensan que el Perú no ha cambiado y por tanto no se ha modernizado. Para otros, la comunidad campesina sigue siendo una realidad viviente; es la organización donde los campesinos continúan agrupándose de acuerdo a sus viejas normas, a sus tradiciones y costumbres, a sus intereses, y que evidentemente, cambian en sus procesos de vida y de modernización al ritmo de los cambios que experimentan el país y el mundo.
No
pretendemos responder a estas grandes interrogantes , por la naturales de su
contenido. Al inscribirnos a la segunda perspectiva de ver el problema, deseaos
solo abordar algunos temas conexos con las principales preguntas, en el entendido
secuencial de la normatividad sobre comunidades campesinas tengan algún
sustento. Compartimos la idea de los que sostienen que la comunidad campesina
es una antigua forma de organización del sector mas importante del campesinado,
que tiene raíces profundas en la historia de la vida nacional, como lo
reafirmaron Hildebrando Castro Pozo (1924) Abelardo Soles (1928) y José Carlos Mariátegui(1928)
y que continúan manteniéndose vigente a lo largo y ancho de nuestro Territorio.
La evidencia de su continuidad en el escenario nacional se manifiesta de diferentes maneras: el
crecimiento sustantivo del número de comunidades reconocidos en los últimos
treinta años; el aumento de la inscripción de las propiedades comunales ante
los registros públicos, como consecuencia del proceso de titulación de tierras;
por la secuencia de las leyes que el estado sigue dando sobre ellas durante las
últimas dos décadas; por la dinámica de la producción agropecuaria campesina que cubre una buena parte de los
mercados de las grandes urbes como Lima. En fin por la continuidad de las
tradiciones y costumbres típicas, que forman parte de su cultura , que la
televisión y otros medios de comunicación “descubren” cada vez que salen fuera de la urbe y lo difunden como
fenómenos culturales exóticos o como atractivos turísticos internos que debería
explotarse.
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